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PLIHP028
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Punzón de hueso1 ( 14 x 2 x 2 cm )
Punzón de hueso1
Réplica de punzón a partir de reproducción experimental sobre metacarpo hendido de ovicáprido, tomando como referencia piezas del neolítico antiguo de la cueva de La Sarsa (Bocairent, Valencia).
Origen y evolución del punzón
Un punzón es un objeto más o menos alargado de morfología apuntada, utilizado principalmente para perforar materiales blandos como la piel y el cuero.
Las piezas de hueso apuntadas hunden sus raíces en el paleolítico inferior (Blackwell y Errico, Origins of bone technology), con ejemplos discutidos (Ambrona, Schonningen) y sorprendentes como los de Swartkrans y Drimolen, con cronologías que superan el millón de años. La funcionalidad de estas piezas tan arcaicas se ha vinculado con funciones variadas como la obtención de termitas y tubérculos o el procesado de alimentos.
De época achelense se conocen numerosos ejemplos de piezas apuntadas, quizá usadas para el retoque de herramientas líticas (Boxgrove, Mesvin o Castel di Guido, donde además se encontraron algunos bifaces en marfil de mamut).
Mucho más definidos en el musteriene en cuanto a la funcionalidad (cueva del Castillo, Cantabria), pero sobre todo en el Chatelperroniense (Grotte du Renne (PNAS 2012), Grotta del Cavallo (Quaternary International 2012), donde las funciones se centran en las propias de perforado, además de puntas para enmangue (JHE 2001) y en menor medida como retocadores de herramientas (Valensi 2015) o el procesado de colorantes.
Sin apenas variaciones en cuanto a la forma, continúan durante el paleolítico superior (Cueva del Juyo, Cantabria, MAN) para convertirse en uno de los objetos más recurrentes en el neolítico (La Sarsa, Valencia, MAN) y el calcolítico (Marroquíes bajos, Jaén), perdurando en la edad del bronce (Cueva de Pedro Fernández, Madrid, MAN), mundo ibérico (necrópolis de la Bobadilla, Jaén, MAN), incluso en época romana (Avda. Portugal, Cádiz).
Punzones neolíticos y calcolíticos
Durante el neolítico y el calcolítico los punzones son abundantes con una función predominante; perforar. No obstante, un estudio reciente sobre punzones neolíticos procedentes de contextos funerarios, combinado con experimentación arqueológica, sugiere funciones muy variadas (trabajo de la piel, cerámica o tareas agrícolas), incluso un posíble carácter simbólico (ritual funerario), dado que algunos ejemplares no presentaban huellas de uso (Mozota et al 2017).
Su denominación y clasificación depende de la morfología y del nivel de procesado de la pieza (Pascual Benito, Trabajos varios 95, pp 39 y ss), desde punzones elaborados sobre simples astillas de hueso en los que la parte funcional se consigue apuntando ligeramente uno de los extremos, a punzones específicos sobre huesos de conejo, lince, metapodios de ovicápridos y cérvidos que conservan toda la epífisis, una parte o la mitad, hasta los más elaborados, completamente facetados (tercero por la izquierda).
El tipo de punzón que presentamos es del tipo hendido (mitad longitudinal), elaborado a partir de metápodios de ovicáprido. El proceso es sencillo, ranurado longitudinal (obtención de dos mitades iguales), mecanizado general mediante pulimento de bordes y apuntado del extremo. Los punzones elaborados a partir de la mitad longitudinal de metapodios de cápridos y cérvidos que conservan en la base parte de la epífisis, constituyen un tipo con una vigencia cronológica amplia y una gran distribución geográfica, documentándose en casi todos los yacimientos peninsulares desde el inicio de la economía de producción hasta la Edad del Bronce (Pascual Benito, 2016), siendo no obstante más frecuentes en el neolítico antiguo.
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